miércoles, 28 de septiembre de 2011

Otoño otra vez

Era demasiado pronto para poner el edredón.
Como se nota que octubre está al caer.

Funambulismo

Ya no hay colchonetas que valgan, se camina por la cuerda floja. Cada paso es un mundo, y unos 70 centímetros menos para llegar a la siguiente parada.

Puedo sola, pero normalmente no me atrevo si no me lleva alguien de la mano. No tengo la necesidad de elevar mi arousal, pero en este caso voy a ponerlo a prueba, quizás no sea tan introvertida como pienso.

El menos común de los sentidos

Echaba de menos a esas personas que llegan y te devuelven la ilusión, te recuerdan que estás haciendo lo correcto, que estás donde querías estar, y eres como quieres ser.
Echaba de menos a los profesores que se iban por las ramas y enlazan el Código de Hammurabi con la epilepsia, que opinan sin pelos en la lengua, que te señalan y hacen preguntas en clase (y gracias a eso consigues aguantar una clase a la hora de la siesta).
Necesitaba comprobar que hay médicos que aman a las personas, y ya después su profesión.
Menos mal que llegó a tiempo para que me de cuenta de que estoy tardando en volver a ser la estudiante que quiere saberlo todo y ya.

Y no, el doctor no es catalán.

Insuficiencia Cardiaca Congestiva

No es imposible controlar el ritmo al que late el corazón
Dificil, pero no imposible.

Pero si decide pararse o latir a tal velocidad que sea hemodinámicamente insostenible, nada podremos hacer.

Sé que hay cosas que no voy a poder controlar, y mejor así...porque como mi sonrisa y aparente calma sigan con el monopolio de mi cara, acabaré vomitando lágrimas.
Solo me da miedo no poder parar, así que por si acaso, pongamos el sueño como límite

miércoles, 21 de septiembre de 2011

lunes, 19 de septiembre de 2011

Me había desacostumbrado a la cara de tonta, a las cosquillas en la barriga, a recordar los sueños, a recibir mensajes, a estar en la cabeza de alguien.
Pero no me importa volver a acosumbrarme.

Ni que tuviera elección.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La luna es la misma en todos lados, pero en Granada sé que brillará más.

Para todo lo demás

Su ropa empieza a oler diferente y el "aquí" y "allí" se confunden.
Ya no vuelve a casa, ahora es el piso.
No hay una cama debajo, y ya el salón no es suyo.
Puede tener la luz de la habitación encendida, pero no hay de todo siempre en la nevera.
Su número empieza por 93

Parece que pegó el estirón.
No es la misma, pero es la primera vez que es ella.
Dice que ahora puede ser quien quiera ser.

Y yo, ya con toda la calma del mundo, me lo creo.